Recordá que la acción de mentorear significa “coachear”, enseñar, aconsejar, apoyar, guiar y ayudar a la persona mentoreada a alcanzar sus objetivos. Esto implica alentar el desarrollo de sus identidades personales y profesionales.

Existe el mito de que las relaciones de mentoreo deben ser largas para ser efectivas, pero la realidad muestra que en pocos días se pueden lograr resultados importantes. Lo que cuenta es la calidad del vínculo: si “nutre” y brinda apoyo; si provee información, guía y asistencia.

Otro mito es que el mentoreo es una relación de una sola vía, que beneficia únicamente al discípulo o discípula. Por el contrario, está demostrado que ambos participantes ganan. Los mentores reciben de sus aprendices información, ideas, perspectiva, y otras formas de ayuda directa, además de la posibilidad de observar la propia trayectoria a través de la mirada fresca de otra persona, y descubrir oportunidades y nuevos rumbos a través de ello.

El mentoreo consiste en tres acciones básicas:

  • ESCUCHAR: Deseos, ambiciones, miedos, condicionamientos…
  • COMPARTIR: Conocimientos, experiencias profesionales y personales, insights, desafíos atravesados a lo largo del camino…
  • FACILITAR: Herramientas, conexiones, visión, perspectiva…

A través de estas acciones, la mentora puede ayudar a su aprendiz a:

  • Encontrar el sentido en lo que hace, y a ver las múltiples maneras en que eso afecta a otros a su alrededor y marca una diferencia.
  • Reconocer las fortalezas personales. La mayoría de las personas no saben por sí mismas al inicio de sus carreras cuáles son sus puntos fuertes, a través de los cuales puede hacer las mayores contribuciones. La mirada de la mentora puede ser un gran aliciente.
  • Fijar objetivos a corto, mediano y largo plazo (para su carrera o para el proyecto puntual que desee trabajar), y orientarla en las acciones iniciales para cumplimentarlos.
  • Aprender a lidiar con los errores y obstáculos. Mostrarle una perspectiva, un marco de referencia que le permita procesar las equivocaciones de un modo positivo, para poder aprender de ellas y volver a mirar hacia adelante. No todo el mundo nace optimista, pero sí puede desarrollar una visión en donde los errores tengan su lugar y su función.
  • Descubrir, escuchar y expresar la propia voz. Animarle a descubrir qué constituye el éxito para ella, qué es lo que realmente quiere, y saber que lo merece y puede atreverse a pedirlo y negociarlo.
  • Reflejar sus logros: reconocer los aportes que realice la aprendiz para que puedan ser apreciados.
  • Identificar apoyos y personas que, aunque no estén relacionadas directamente con su campo de acción, pueden ayudarlas.
  • Detectar oportunidades a su alrededor que puedan estar pasando por alto.
  • Ayudar a comprender la importancia de las redes. Las mujeres tienden a construir redes profesionales pequeñas y profundas con gente de ideas similares. Enseñarle a armar redes más amplias para tener mayores recursos de conocimiento y oportunidades profesionales.
  • Y por último, ser una persona accesible, ser un modelo positivo, ser auténtica, mostrar interés genuino, compartir experiencias y puntos de vista, abrir contactos, actuar como una caja de resonancia, proporcionar una nueva perspectiva, aportar información útil y reconocer los logros. Y especialmente disfrutar el tiempo compartido.