He convertido en un principio rector una frase de Alyse Nelson, que me resulta sumamente inspiradora: “El Poder se expande en la medida que lo compartimos”. Y el trabajar en redes es compartir. Parece una paradoja, ¿verdad? No lo es. Puedo afirmarlo por mi propia experiencia y crecimiento. Y una vez más las invito a practicarlo para sus propios recorridos y crecimiento.

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Una de las herramientas poderosas para lograr el empoderamiento es la conformación de redes de mujeres y el networking. De aquí la importancia de desarrollar y armar redes de relaciones. Entretejer una trama entre nosotras. El networking es el arte de desarrollar y mantener una red de contactos que producen un beneficio recíproco. Estos contactos son el capital social del cual disponemos o sea el valor que un individuo obtiene de los recursos accesibles a través de sus redes sociales.

Todos los expertos coinciden en sostener que las personas que llegan a los ámbitos de poder son producto de las relaciones que se van cosechando a lo largo de la vida y carrera profesional.

Uno de los obstáculos que algunas de las mujeres que consultamos para el estudio del Banco Mundial mencionaron como recurrentes, fue justamente la no dedicación a generar y propiciar espacios para establecer nuevos vínculos, para conectarse con otros, para explorar posibles alianzas, para aprender a saber manejar y administrar sus relaciones.

Algunas personas tienen ese don innato, otras no. Pero sin duda, debemos incorporar esta tarea a nuestra agenda diaria de actividades. Debemos desarrollar esa habilidad.

Recuerdo que una vez escribí una columna titulada “Nunca comas sola” inspirada en un libro que había leído.  Para esa ocasión, me puse a investigar sobre el tema, y los tips más interesantes resultaron: participar en alguna organización, institución, cámara de interés; no desestimar las invitaciones a eventos; proponerse almorzar o desayunar una vez por semana con algún cliente, proveedor, llamar a algún contacto que hacía mucho no veías, y contarle lo que estás haciendo o proyectando. Y si te interesa alguna persona en particular, pero no encontrás la forma de llegar a ella, intentalo de todos modos.

En las capacitaciones que incluimos en nuestro Programa de mentoreo, siempre tiene un lugar el tema “redes”, “networking”.

Personalmente, en mis experiencias de contacto con mujeres de otros países me impresionó el espacio que se le da a la promoción de uno mismo: algo que, en nuestra cultura, puede resultar egocéntrico o ser visto como falta de humildad. Lo cierto es que he aprendido a ver este aspecto de nuestro trabajo de otra manera: como un compartir con las demás las construcciones que una misma ha realizado sobre su propia experiencia.

Patricia López Aufranc, frecuente capacitadora en los mentoreos, alienta a las jóvenes a la creación de una “marca personal”.

La creación de una marca personal debe incluir: la reflexión acerca de cómo quiero “ser” y cómo quiero ser “visto”; la decisión de trabajar bien, esforzarse, distinguirse de los demás; el saber crear la demanda para el servicio/producto que uno realiza, ser confiable y tener capacidad de conexión.

Estas competencias van teniendo mayor importancia a medida que uno avanza en su carrera, junto a las competencias propias de la profesión de cada uno.

Sin embargo, aclara:

“Trabajar bien y mucho no es garantía de éxito. El éxito también depende de la forma en que uno se relaciona con los demás y de la posición que uno ocupa en el conjunto de sus relaciones. Cómo uno forma equipos exitosos: mentores, amigos, familia, colegas. Debemos animarnos a formar nuestros propios equipos de promoción.

La calidad de los contactos y la forma en que se usan, y no la cantidad, es lo importante. En las redes debemos dar. Debemos aprender a colaborar. Armar lazos de confianza. Tener credibilidad. Esforzarnos por encontrar oportunidades para ayudar a otros y compartir sus conocimientos (cuanto más uno haga por los demás, más dispuestos estarán los otros a ayudarlo a uno). Es importante construirse una reputación de ser serviciales (helpful). Esta es una regla de oro.

Es importante desarrollar la capacidad de compartir actividades que reúnan a un conjunto de individuos diferentes en torno a un punto común de interés. Identificar actividades compartidas como una manera de ampliar las propias redes. Las asociaciones profesionales, deportivas, culturales, religiosas, actividades de la comunidad, tienen un potencial ilimitado para hacer contactos. En cuanto se identifique algún interés común entre personas que en principio parecen no tenerlo, las barreras desaparecerán.

Es importante unirse a redes existentes y crear las propias redes. Conectar grupos diferentes de personas. Estimular la colaboración y la confianza mutua. Las relaciones llevan tiempo, esfuerzo y crecen a su propio ritmo. Sin embargo, es aconsejable evaluar periódicamente el interés de seguir participando en determinadas redes. La contrapartida de esta situación es no perder nuestro foco. Establecernos metas. Dedicar un tiempo al networking.

Mantenerse conectadas es más importante y más difícil que realizar el contacto inicial. Los contactos que uno tiene son un valor en el desarrollo de la profesión y son cruciales para la vida personal y el éxito de la carrera”.

Y en palabras de Sonia Abadi, quien también nos acompaña desde siempre:

“Las tecnologías de la comunicación han modificado la noción de espacio, de tiempo y también la de los límites de la persona. Esto, a la vez, generó un modo de comunicación donde la Red tecnológica y la Red humana se entrelazan.

Hoy, entre lo individual y lo colectivo, debemos considerar y desarrollar lo conectivo”.

Por otra parte, Florence de Sola, consultora internacional salvadoreña, con quien compartí una capacitación para emprendedoras en Nicaragua, lo explica de esta manera:

“En esencia, hacer networking es fomentar relaciones positivas que nos llevan al crecimiento personal y profesional…Relacionarnos con personas que admiramos, respetamos, y con quienes compartimos ideas e intereses nos ayuda de todas formas: conociendo los éxitos de otras personas podemos saber qué es lo que funciona, y podemos identificar áreas en las que podemos mejorar… Para hacer un networking efectivo, es importante que éste venga desde un lugar de honestidad y transparencia…”

Y sugiere que “podemos practicar los siguientes pasos: Primero, conocernos profundamente, y saber qué valoramos; segundo, tener claridad de nuestros intereses y metas; tercero, saber acercarnos a personas a quienes no conocemos; cuarto paso, poder iniciar una conversación con un interés genuino por la otra persona; el quinto, mantener el contacto a través del tiempo de una manera agradable, amistosa e informativa; y finalmente el sexto, ayudar cuando se puede y agradecer cualquier ayuda cuando se recibe”.

Si tuviese que agregar algo más sobre el networking o la “gestión de las relaciones”, como me gusta llamarlo a mí, sería basarlo en relaciones auténticas y profundas entre las personas, y apalancarse sobre los cuatro acuerdos de la sabiduría tolteca, tal como nos enseña don Miguel Ruiz en su libro: Sé impecable con tus palabras, no te tomes nada personalmente, no hagas suposiciones y haz siempre lo máximo que puedas. En definitiva, una de mis máximas: “Haz con los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti”.

Esa es la filosofía con la que intento permanentemente regir mi manera de ser, conectarme y trabajar en red.

Estoy convencida de que la mayoría de los problemas son de relaciones. Por lo tanto, es algo que tenemos que cultivar y cuidar. Y otro punto importante: estar atentos a no dejarnos contaminar por nuestras propias etiquetas, prejuicios y estereotipos.

Hay que ser verdaderamente generoso con el otro, especialmente reconociendo su invaluable aporte. Todos, de una manera u otra, somos únicos, y nuestra participación e interacción es única.

Esto no quiere decir que no existan errores, falta de criterio, falta de comunicación, y/o simplemente un mal día donde las cosas no se hicieron o dieron como debían… Cuando esto ocurre, propongo no dejar pasar estos temas, sino hablarlos con todas las letras, oraciones y correcciones necesarias. Lo que es inadmisible es inadmisible. Pero ojo. Solo hablamos de la situación en sí, del resultado no querido, no de la persona. Y en esto hay que ser muy cuidadoso: “Duro con el problema, blando con las personas”, otra de mis máximas.

Fuente: EXTRACTO DEL LIBRO DIARIO DE UNA MUJER VITAL por Maria Gabriela Hoch